domingo, 1 de septiembre de 2013

Tú piensas que te escribo para que vuelvas, pero yo te digo que no, que ya he olvidado cómo las tardes de verano pasaban volando mientras tú y yo encerrados en una habitación cualquiera nos comíamos las horas entre besos y algo más.
Piensas que escribo para que vuelvas, para recuperar esa sensación de infinito que me invadía cuando me perdía en un mar de color chocolate al que solía llamar “tus ojos”. Pero yo te digo que no, que ya no me acuerdo de cómo sonreías y que tampoco quiero acordarme.

Piensas que escribo para que vuelvas, y yo te repito que no, que ya no necesito ni tu voz ni tus abrazos. Y mientras intento convencerte de que tu piel ya no rozará la mía nunca más, una voz en mi cabeza resuena diciendo: “Vuelve, vuelve, vuelve”.